Una mujer encontró a un viejo monje, dijo que estaba muy infeliz, veo que los hombres de otras personas son muy buenos, y nuestra familia es una tierra de plumas de pollo. Así que el viejo monje llevó a la mujer a una montaña alta y preguntó: "¿Qué te parece esta montaña?" La mujer dijo: Wei An, alta, recta, hermosa. El viejo monje dijo: ¡Por favor, sígueme montaña arriba! Todo el camino montaña arriba en silencio, caminando, la mujer está cansada, cansada, el camino no es bueno, la mujer tiene muchas quejas. Cuando llegamos a la cima de la montaña, el viejo monje preguntó: ¿Qué te parece la montaña que acabas de ver? La mujer dijo: "Esta montaña no es buena, está llena de caminos de grava, y los árboles no han crecido bien." Pero desde lejos, las montañas del otro lado se ven aún más hermosas. El viejo monje sonrió y dijo: Cuando conoces a una persona, estás mirando las montañas desde lejos, y tus ojos están llenos de adoración; yo veo, solo subiendo la colina, ves los detalles; Cuando llegas a la cima de la montaña, solo ves otra montaña. La montaña no ha cambiado, pero tu corazón sí. Cuando tu corazón cambia, tus ojos cambian. Sin adoración, la montaña ya no es magnífica. Cuanto más te quejas, más te lastimas. ¿Por qué puedes ver otras montañas desde la cima? Es solo que la montaña sobre la que estás pisando eleva tus ojos. Una persona entiende que solo cuando valora lo que tiene ahora puede ser verdaderamente feliz.
Esta historia nos dice que la satisfacción, si la montaña está mirando, si la montaña es alta, ¡nunca obtendrás la felicidad que deseas!